martes, 26 de febrero de 2013

Recibidos el 25/2



Yo estuve, porque no hay que dejar que el huevo de la serpiente avance
y porque la justicia debe ser profundamente saneada y porque la impunidad
tiene que ser definitivamente eliminada.

Entre otras de mis razones como un militante de la vida que no olvida,
por dar dos nombres simbólicos, a los maestros Elena Quinteros y Julio Castro,
entre tantas víctimas de la dictadura cívico militar.

Daniel Viglietti

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La primera vez que la Jueza Mariana Motta me tomo declaración por la causa de torturas,
asesinatos y todo tipo de violaciones a los derechos humanos en el Boisso Lanza (FAU) ,
quede sorprendido. Nunca imagine encontrarme en el Poder Judicial alguien así: humano,
respetuoso, que preguntara con la profundidad necesaria como para descubrir las verdades
y no cumplir meramente con las formas. Luego con el transcurso del expediente quedo en
claro su grandeza al punto que nos concedió a las víctimas un careo presencial con nuestros
torturadores INCREIBLE!!!  Poder enfrentarlos cara a cara, ver como bajaban las miradas
y se escudaban en un silencio cobarde; fue para los que lo vivimos algo que no tiene precio.
Gracias a esa acción  de la jueza, pudimos en parte sentirnos artífices de un mínimo acto
de justicia con el pasado.
Por eso ponerle palabras, pocas además, a lo que vivimos en la SCJ, el pasado viernes 15/2,
se me hace difícil. Hacía tiempo, demasiado, que no se respiraba un clima de tanta fraternidad
entre nosotros y de dignidad y firmeza ante los atropellos del poder.

Hacía tiempo que no reventaba, de un modo tan espontaneo la rebeldía.
En instante renació  todo lo bueno que provoca la lucha!
En el pasado (parece lejano pero  no lo es tanto) supimos vivir, día a día,
lo que esta vez se expresó puntualmente en el caso de la Jueza Motta: esa fuerza,
también alegría, que se siente cuando se enfrenta con coraje las injusticias,
como ser su traslado arbitrario más allá de formalidades administrativas,
con la diferencia quizás que en aquellos días teníamos la firme convicción de que
era posible cambiar el mundo. Hoy parece como que este mundo tan distinto al sonado,
es el que ha cambiado las cabezas de ayer.

Para quienes hemos seguido CREYENDO EN LA LOCURA hoy empenados en defender, no solo los
derechos humanos, si no también, nuestra tierra y evitar el saqueo imperialista,
el rebrote de sentires rebeldes que sacan para afuera lo mejor de nosotros mismos, es
sin duda una oxigenación de la esperanza.


Yo estuve y seguiré acompañando la causa de la verdad y la justicia,
tan esquiva en este país, pero tan imprescindible como único camino
para conservar la condición de llamarnos humanos.

Santiago Clarabolla

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¡Un abrazo solidario a la Jueza Mota por su dignidad y coraje!

Ademar Olivera

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aunque estoy aca, tambien estuve allá

Daniel Silber (Argentina)

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